24.9.13

ANFORA


ÁNFORA

Un poema de Luis Antonio de Villena

No es un mito y puede parecerlo.
No es fingido sol, sino verdadero sol.
Puasanias ha visto junto a la palestra
las huellas en la arena de los testículos
del muchacho Agatón, no hermoso, hermosísimo.
Lo busca, los sigue, ansía respetarlo
y ensalzarlo como a su “paidika”
Quizá le ofrezca un gallo garrido
de cresta roja y vivo espolón.
( Imagen de devoción, arrojo, valentía)
se hará querer, entender, amándolo
y haciendo de él sístole misma
de su corazón. Y un día, en lugar apartado,
mirándose a los ojos, su mano palpará
los huevos de Agatón  y olerá su aroma
de su picha estirada con la suya,
y el amado, rendido ( pero la historia
es larga) dejará que la polla de Pausanias
entre a sus muslos, y el coito intercrutal
repetirá las salpicaduras del cielo nocturno.
celebran amor, belleza y juventud
y ello alentará las vidas de ambos, mucho tiempo,
cuando Agatón sea ya notable en el teatro
pero aún se recorte los pelo de la barba
 para semejar la pelusilla del muchacho que fue…
No habrán  ascendido al cielo de Platón
ni a las virtudes oscuras de Diótima,
pero Pausanias y Agatón habrán sido dichosos
con sabor a tierra y a inteligencia, a vino
y a sus palabras, a ternura, y a ese lazo frágil
( más que en la caza de liebres) al que todos
llaman amor, múltiple amor, de la belleza
al pensamiento. Gracias, Jenofonte, gracias…
Pudo ser una pintura vascular, el fragmento
de un simposio perdido. Fue verdad. Y así,
es más que de sobra suficiente.
Así nos hace impertinentes, seductores vivos.
así soñamos, todavía, una vida dichosa.

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