20.11.12

PERMITID, SEÑOR



Un poema de Juan Bernier


Permitid, señor un poco de lujuria en este mundo.
Permitid que el roce de los labios sea caliente levadura,
permitid que las pupilas de luto del deseo se hundan en el pozo de otros ojos,
permitid que la mano del osado amante palpe la sangre ajena estremecida.

Dejad hervir la entraña de los machos sobre la piel desnuda,
dejad el juego de los adolescentes labios bucear en los senos de los lirios,
dejad las vírgenes con su secreto fuego ardiendo en piras escondidas,
dejad los muslos de los verdes tallos mezclarse en llamas
de tacto, en apretadas lianas de caricias.

Que el rubor se desnude enteramente y la escultura
surja de tactos y  torrentes,
que los zumos de ojos exprimidos y de brazos
manen de fuentes y de labios.
Permitidlo, Señor, que ya sufrieron sus penas los humanos,
que ya bastante, la carga duró sobre los hombros.


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