20.11.12

COGIDOS DE LA MANO



Fragmento extraído del diario
Retrato de un artista en 1956
de Jaime Gil de Biedma


Entro con Rafael Rorres en Swiss Inn. Cogidos de la mano, entran dos señores de edad madura que se detienen a saludarle y Rafael me presenta. Montelíbano, presidente del Nacional Economic Council, y Hernández, ministro de Sanidad, permanecen diez minutos junto a nuestra mesa, cogidos siempre del uno del otro. La escena me ha hecho sonreír. Todavía la miraba con ojos de español, de homosexual español. Recién llegado a Manila, cuando veía a las parejas de muchachitos esbeltos cruzar la calle, con esa incomparable y graciosa lentitud de aquí, apaciblemente cogidos de la mano, tras ellos me iban el corazón y los pantalones. Era, por fin mi patria, mi nación país soñado, Ahora ya sé a qué atenerme, pero sigo muriéndome de ganas de pasear la calle cogido de la mano con alguien, aunque eso no signifique más de lo que significa entre nosotros caminar con un amigo pasándole el brazo por los hombros. España no es Inglaterra ni Francia, aun así, nuestra espontaneidad es el contacto físico es bien poca si se compara con la de esta gente, para quienes rozarse unos a otros es un instintivo don amistoso. Free for all en el mejor de los sentidos posibles, gratuitamente a todos, y no en el usual. Quizá por eso en Filipinas, como dice Larry, not everybody is gay best everybody us game. “Entender o no entender” es un asunto secundario.


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