15.10.12

TACTO



Un poema de José María Ribelles

Un cuerpo, si es acariciado,
hacer renacer a otro cuerpo;
descubre, de sus mano suaves,
la encarnación semejante.

Deseo feliz, goce de nácar
que se acompaña de caricias;
estas caricias que revelan
sin fin sus carne palpitante.

La extensión lunar que surge
siempre de sus muslos en flor
hace casi desaparecer
esta dulce mano de púrpura.

Viento que vuelve a ser de nuevo,
enlazado todo a lo largo
de su cuerpo blanco, ardiente
orilla o tacto enamorado.

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