24.9.12

DUDAS JUVENILES


Fragmento extraído del relato
 Carta de amor de Hervé Guivert

Quiso darse un baño en mi casa, y como a mí le gustaba mojarse el pelo, sin lavárselo necesariamente para rizárselo otra vez, teníamos los dos esa coquetería. Le enseñé las fotos, había varias de mí y una sola de él y observé que sólo miraba de verdad la suya, la única que le interesaba. Le di a beber un poco de vodka. El alcohol, al insinuárseme en la sangre, me puso melancólico. Se me mostró con el torso desnudo, en calzoncillos. Corría el agua de la bañera. Y me gustaba ese cuerpo que aún no había visto nunca, esa ausencia de pelos, la belleza del torso, la finura de las tetillas, como cinceladas, pero me  volvía como un sufrimiento la idea de que yo no tenía un cuerpo igual para presentarle. dejó sobre la mesa un libro de bolsillo estropeado que me regaló, de ese autor que tanto le gustaba. En la portada aparecían dos gemelos imbricados. Había escrito su nombre en la guarda. No quiso dormir en mi casa, pero insistió en dejar en ella una bolsa llena de ropa, pues el piso del muchacho en cuya casa iba a vivir daba a la calle y no cerraba bien. De nuevo sus azoramientos de persona pudiente, pensaba en todo. Tuve deseos de besarlo, pero en el momento de acercarme a él, sólo pude darle un abrazo viril, ridículo en comparación con la dulzura de los sentimientos pasados. Al encontrarme en mi cama media hora después y volver a pensar en ese cuerpo que se había presentado, me dije que podía servir muy bien de material fantasmático. Podía acariciarlo mentalmente, retirarle el calzoncillo, tomar su sexo en mi boca, pero, apenas me toqué el vientre, me quedé dormido.

No hay comentarios: