Un poema de Denis Cooper
Se anuncia con dos foto suyas
de cuando mejor estaba,
tomadas hace algunos años
en la plenitud de su adolescencia.
Tras contemplarlas
muchos tíos han pagado cien dólares
por abrir sus corazones
y sus bocas sobre su niño
y al encontrar luego
a un hombre en su lugar
se han entristecido del todo
y manoseado los restos.
Ahora, de aquel buen partido
sólo quedan esas fotos
como fósiles en los que
con elegancia se apoyó.
Refulgen desde la página
como un oferta de todo
por nada. Hay hombres
que vuelan de un país a otro
para dar con esa pequeña orilla,
lejana como el país de lo sueños,
blanca como la nieve de Maine,
cálida como que el mundo es ancho.
un lugar que puedan atesorar.
le extraen toda la belleza a la juventud
y ésta vuelve a abastecerse
como una cantina misteriosa.
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