31.5.12

FOTOGRAFIAS BIZARRAS

Fragmento extraído de la novela La estrella de la guarda de Alan Hollinghurst La fotografía en la que parecía un fauno de las dunas me decepcionaba ahora. miré las otras que había ignorado hasta aquel momento, incluso aquellas tan tontas con las gigantescas plantas de los pies en primer plano y el cuerpo supino de fondo: había una foto tomada en escorzo, con la barbilla en primer plano, mostrando los imperceptibles cortes de un afeitado inexperto, un sobaco con los pelos rubios decolorados por el sol y la arena de la playa, los grandes pezones, que estaban pidiendo a gritos que se los estrujara hasta que le dolieran, y la marca blanca de la correa del reloj en el antebrazo bronceado, con el círculo de la ausente esfera descentrado, inclinado hacia el dorso de la muñeca: el tiempo estaba muy lejos en otra parte… y un desenfocado plano de la boca fruncida en un beso, con su labio congestionado de trombonista, en la límpida irrelevancia del fondo, la casa de al lado, con una hoja de la persiana alzada para que el ojo oculto la vea. Me quedé tumbado en la oscuridad, y me hice una paja con tristeza. Esta es la habitación, pensé a la cual volvía yo después de mis citas con Ralph, con la boca en carne viva, disimulando que me caía de cansancio, pero contento, e incandescente de amor. Me sentía desfallecer cuando recordaba su espalda, cuando le quitaba la camisa por la cabeza y recorría a besos los omóplatos y el cuello. Nadie había estado nunca tan guapo visto por detrás su espalda era el escudo blasonado, el emblema de mi amor por él, demasiado simple, demasiado arcano como para poder traducirlo en palabras.

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