16.4.12

LOS SERVICIOS DE PEPE





Fragmento extraído del diario
Retrato de un artista en 1956
de Jaime Gil de Biedma



Salgo a la calle y se acerca un muchacho a brindarme a nice time- filipinas, chinas, mestizas americanas: anything you like. Era guapo y tenaz. Estábamos muy cerca de mi hotel cuando decidí pasar a la acción directa. You are very kina, but I don’t like girls. / What do you like them? / Boys. Pausa y sonrisa / Do you like me? Claro que me gustaba pero tenía poco dinero y poco tiempo y estaba algo borracho. Let’s go to my taxi. Pepe se llama Pepe, alcahuetea y se prostituye, y el taxista facilita el transporte y va a comisión en el negocio. Prometieron llevarme a un sitio de confianza que estaba más lejos todavía, al final de la calle Mabini, un bungalow de madera tronadísimo. El taxista se quedó a esperarnos en la calle. Subimos una escalera desvencijada y pepe me hizo entrar a tientas en un cuchitril infecto. Hacía mucho calor. Encontramos un par de clavos, gracias a la llama de mi mechero, en lo que colgar camisas y pantalones; la cama crujía estrepitosamente. Y enseguida empezó a oírse un continuo runrún de conversaciones en la habitación contigua, donde encendieron una lámpara de queroseno que filtraba luz por el montante enrejillado del tabique, reflejándola en el techo. Daba reparo hacer el amor asó. Pepe estaba a mi lado completamente inmóvil y le besé en el cuello, le pasé un brazo bajo la cintura y con la otra mano le acariciaba el vientre. Un cuerpo oscuro y bueno, todo compacto como un muslo, la piel lisa, el olor retraído. Pronto estuve desnudo, me gustaba mucho. A pesar de prostituirse ocasionalmente, pepe no parece haberse formado una idea de las obligaciones que el comercio implica, o quizá no ha pasado de retozar con unos pocos clientes norteamericanos, porque sus instrucciones fueron muy restringidas y muy específicas; he wanted a blox job. Le desabroché los calzoncillos y se los bajé, la camiseta se la enrollé al torso- se negaba a quitársela. Y en cuanto le vino, que fue enseguida, recogió su ropa y salió del cuarto dejándome a mí tal cual estaba. Mientras oía ducharse en algún rincón de la casa

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