26.3.12

MANUELITO, EL MEXICANO





Fragmento extraído de la novela Roy
de Roger Peryrefitte


El joven mexicano era bastante mono, pero hasta el momento de desconcertar a Roy. Igual que había hecho para calibrar a Bob y a Jim, Roy se metió en la ducha después de la gimnasia y le encontró particularidades deseables. Su grado de desarrollo parecía indicar que no estaban inactivas. Manueltio observó las de Roy con el mismo interés. Era la primera vez que se veían completamente desnudos. (…) No lo invitó con un pretexto escolar, sino para ver un western en la televisión. Para estar más cómodos se tumbaron en la cama frente a la que estaba el aparato, con un almohadón para elevar el busto y la cabeza y con las piernas colgando de los bordes de la cama. Roy no se habría atrevido a confiar a Manuelito sus discretos contactos con la hierba, pero tenía un paquete de Winston.

A diferencia de lo que había sucedido la primera vez en que Bob y Jim habrían entrado en aquel cuarto. Manueltio parecía adivinar lo que se esperaba de él. Había adoptado una pose lánguida, tenía las piernas muy separadas y le revoloteaba una sonrisa en los labios. Al cabo de un momento se acarició la bragueta como para dar la señal. Sin embargo fingía estar pensando en otra cosa. Está muy bueno este polo de crema, dijo / sí dijo Roy, tocándose también, me encantan los polos. No era un polo helado lo que les abultaba en la bragueta, sino su propia crema caliente (crema era la palabra que usaban los jóvenes para designar el esperma y Manuelito la había escogido a sabiendas) esta rapidez de instinto dejó estupefacto a Roy. ¿Sabes pajearte? preguntó con altivez. / Claro dijo Manuelito, Uno de los chico del instituto me ha dado una crema que aumenta más aún el placer cuando te haces una paja porque provoca un cosquilleo./ ¿Y quién te la ha dado? Preguntó Roy / Un chico al que no conoces/ ¿Me la prestarás/ sí, si me das un dólar contestó Manuelito. A Roy le escandalizó la respuesta. Pero este chico te la dio gratis, protestó. / No, me la dio como pago a una paja. / ¿Cómo? ¿Pajeas a tus compañeros por dinero? / ¿Qué tiene de malo, dijo Manueltio. Todo se hace por dinero. Dame un dólar y te haré una paja./ ¿Qué? ¿Yo también tendría que pagar? protestó Roy. / he ganado ya ciento diez dólares de esta manera continuó el mexicano. ¿Has hecho ciento diez pajas? / No. Coro un dólar por paja, tres dólares por mamada, cinco por dar por el culo, diez por dejarme dar por el culo. No puedo decirte cuántas veces he hecho una cosa o la otra. / Roy dio un respingo ante cada una de estas revelaciones. / A veces dijo Manuelito hago pajas o mamadas en los baños del instituto. Es arriesgado, pero a algunos les gusta el riego. A otros les gusta la rapidez. Lo más habitual es que acompañe a los chicos a su casa. Y lo hagamos tranquilamente en su habitación, sobre todo cuando se trata de encular.

Se paga primero, dijo Manuelito. Roy con el miembro al aire, se levantó para ir en busca de tres dólares a la cómoda y volvió a tumbarse sobre la cama. Tuvo que reconocer que Manuelito mamaba tan bien como el jefe de policía. Aquella lengua sabia que se enredaba en torno a su miembro, aquellos labios que lo bombeaban, aquellas manos que le hacían cosquillas en los huevos… No tardaron en vaciarlos. /Me lo he tragado todo, dijo el mexicano. ¡Mira qué empalmado estoy! Ahora me vas a hacer tú a mí una mamada. / son tres dólares, dijo Roy. Manuelito se lo pensó durante unos segundos. Mira, concluyó, hazme una paja y te devuelvo un dólar.

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