17.1.12

GEMIDO



Un poema de Néstor Perlongher

He visto a los más bellos cuerpos de mi generación reventarse, saltar en pedazos junto a las nimias inservibles, camisetas de látex en harapos, desmentir con arrugas lo que fuera ( ya antaño) deletreaba la alegría: en trances encarnados en espermas ardidos de bermejo, roer, ( o ser roídos) no roer sonreír sin remedio, lo he visto arrastrarse cual esfuerzos por Remedios de Escalada en el vaivén de una canción, llorosa como un sauce de Ramono Galarza en romaní, reírse como locas ( locas, locas) del tiempo, de las obras locas, del dolor de las locas y del loco dolor de la locura. Las he visto extrañadas contemplar la gordura de una herida cuando creían aparecerse sorpresivas en el drenaje de la infección por los esparadrapos de la pálida espiroqueta del deseo en la notoria esclavitud a él, a ese deseo, arrastrase desesperadas bajo el imperio del deseo y desear, imperialmente, ese deseo de poder, de pija y picoteras, ovalar en las panaderías el óvulo de la desesperación la fe alterada por toques cinematográficos y pálidos y balidos de hálito en el gemido aliento de Balí. balí le dijo. Yo lo balié ensandecido por las baladas de la bala y por las bayonetas caladas de la distancia de la noche asomada en el arborecer. De un aljibe arenoso. Bailé y vi cómo las pálidas se retorcían entre sollozos empalizados cagar la cruz del masoquismo con aros arenqueros en la sal depositad sobre las heridas de la Keller por él, oh divino marqués. Oh sucia gloria de ese arrastrarse sin sentido. Sin sentido Lo he visto caer en el amanecer en la orgía de pistolas olorosas eructando en el piso del pis piso pisado peso píseo paseando bajo el pis tomando pis en jarras de gomina, sumergirse l de ese jabón en el jamón del diablo de esa nalga en la aliteración de esas halitosis galáctica derrota del plan tornado plástico, del tornado plastificando el pan, del tornado mujer tronando sobre la cama de los llamados a deponer el oro.sí las vimos. Volcarse en la confusión de la marañas coger vestido rojo en las maraña madrugada tocar guarinaia en la nenia de este gemido seucedal Ramona, esposa de Nelson Rodríguez hagamos un teleteatro de provincia la loca plañe porque va a morir y la hemos visto dejarse en las cruces gamadas de los árboles con un guardián moreno cual de Reynaldo Atenas contra las alambradas de los campos. Y ahora gemís mancebas? Amancebadas como yeguas en la portañuela chongueril? Abotonadas cual batracios, desprendidas de las bragueta d elos lagartos con una castañuela de entrecasa, viril pendejo el de esas excursiones alucinantes por los poros del ubis. Serpenterar. Visto húbolas? Porque… Al verlas marchitarse exasperadamente entre los vastos ademanes de la histeria, hermafroditas aniñados, coníferas erguidas en el bosque de palos, incrustradas en hondonadas de la respiración, penetraciones hondas del rocío en la hiedra cautela, voz de aterciopelada por las falsedades de la disimulación, disminuyendo día a día la distancia que las separa de lo trágico y las acerca a lo ridículo, a lo kitch las locas desaparecen por las cañerías de acero que no llevan a nada o al sitial de las profanaciones de los zombies en la noche agrisada por sus centauros.




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