9.1.12

EL CHICO DE LA PEONIA



Fragmento extraído de la novela
Confesiones de una máscara
de Yukio Mishima



Contaría veintiuno o veintidós años y su cara era atezada y de facciones bastas, pero regulares. Se había quitado la camisa, y estaba allí, medio desnudo, dedicado a enroscarse una faja de tea a la cintura. La burda tela de algodón estaba empapada de sudor y había adquirido un tono grisáceo. El muchacho parecía dar intencionadamente lentitud a su tarea, y participada de manera constante en la conversación y en las risas de sus compañeros de mesa. Su pecho desnudo mostraba unos músculos abultados, plenamente desarrollados y duros. Un profundo surco dividía los sólidos músculos pectorales y descendía hacia el abdomen. Los recios nervios y tendones que cruzaban su carne confluían, procedentes de diversas direcciones, en sus costados, donde se unían en tensos nudos. La ardiente masa de su torso iba siendo disciplinada y prietamente aprisionada por cada una de las vueltas de la sucia faja de algodón. Sus hombros desnudos, y tostado por el sol, relucían como si hubieran sido frotados con aceite. Negras matas de pelo surgían de los bordes de las axilas, y la luz del sol hacía brillar aquellos rizos, dándoles matices dorados. Esta visión, y sobre todo la visión de la peonía que llevaba tatuada en el pecho, despertó en mí un avasallador deseo sexual. Mi ferviente mirad ano podía apartarse de aquel cuerpo rudo y salvaje, pero incomparablemente hermoso. Y su dueño estaba allí, riendo bajo el sol. Cuando echó la cabeza hacia atrás pude ver con claridad su cuello, grueso y musculoso. Un raro estremecimiento conmovió la parte más íntima de mi corazón. No, ya no podía apartar la vista de aquel hombre. Me había olvidado de Sonoro. Sólo pensaba en una cosa. En que aquel muchacho saliera a la calle, en plena canícula, y que saliera como estaba, medio desnudo, y que iniciara una lucha con una banda rival. Pensaba en el momento en que una daga penetrara en la faja y rajara aquel torso. Pensaba en la sucia faja bellamente manchada de sangre.





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