
Veo en tu hermoso rostro, mi señor
algo que mal se cuenta en esta vida:
el alma, de la carne aún vestida,
ha ascendido por él muchas veces a Dios.
Y si el vulgo malvado, culpable y necio,
lo que siente, en los otros mira,
no me es mi intenso afán menos placiente
que el amor, la fe y este honesto deseo.
a la fuente piadosa de la que todos surgen,
se asemeja toda beldad que aquí se ve
más que otra cosa, ala entender agudo;
ni otro ejemplo tenemos ni otros frutos
del cielo en esta tierra, así, quien con fe os ama
a Dios asciende y morir le es dulce.
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