3.11.11

EL REENCUENTRO CON LELE




Fragmento extraído de la novela
Pao-Pao de Vittorio Tondelli


Entonces todavía me parece más guapo, mi Lele, a la vista de todos, con los ojos brillantes, brillantes y ligeramente rojos por el alcohol, una gran sonrisa que me abraza del todo, sus brazos grandes, su mano que se aferra a la mía. Lo convido a quedarse con nosotros, dice que con mucho gusto. Y ya lo tenemos aquí otra vez el dios que parloteará, desinhibido, de su permiso, y de lo que le ha llegado a pasar en estos tres meses que no lo he visto. Le hablo de mis investigaciones, el dice que había tenido noticias mías de un cabo enviado aquí para un desfile, pero no le dejo continuar, le cojo los dedos y le doy un beso. Beaujen y la Bigotes son todo ojos y un codazo deseoso de saber quién es esta maravilla de dos metros y tan sexy que llena la sala de electricidad. Pero yo no hago confidencias y no me implico. Salimos después medio borrachos, Miguel ha liado un porro mortífero y lo enciende justo allí por la calle de los Pettinari hacia el Ponte Sisto. A lo largo del río Tevere nos divertimos como valientes hermanitas, la Bigotes ata al Beaujen con todo un rosario de quejas, Miguel y Pablito escuchan la radio serenos en la colina y yo un poco más allá que abrazo y beso el cuello de mi Lele y le digo que ésta será una noche fantástica, en serio, la mejor nos hemos vuelto a encontrar y con eso ya hay bastante, por Dios que si habrá bastante. Lele estará aquella velada muy dispuesto y sinuoso y con los labios medio abiertos y húmedos, reirá muchísimo, pedirá insistentemente que lo deje un segundo, que le dé una tregua, que nunca ha hecho estas cosas¡ y Dios de los cielo! al menos un poco de tiempo, pero yo también reiré y le diré: tendremos tiempo, querido mío, todo el que quieras.



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