
Pasé la vida entre vampiros y ángeles,
libando con paciencia los unos la energía,
los otros trasvolando mis días más sentidos.
Todos los trances de luz fueron suyos:
al ángel los del cuerpo, los del alma al vampiro.
Al sol como en la sombra estuve ciego
y en el tránsito hacia el cenit, perdido.
Confundí las alas blancas con las capas negras.
gusté, besando al ángel, los labios del vampiro.
Siempre acudí a la cita con lo eterno.
Cada vez que llamó me encontraba.
unas veces hermoso y otras veces oscuro,
el timbre de una voz me subyugaba,
la miel de su sonrisa me encendía,
y bailábamos juntos, el ángel y el vampiro
y yo que nunca supe muy bien con quién bailaba.
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