14.3.11

REMATE FINAL


Fragmento extraído de la novela
Sígueme de Cristóbal Ramírez

Bruno me apaleaba seguro de su inmortalidad. Ejecutaba una secuencia armónica de puñetazos con sincronía de ballet, casi artística, deliciosa. Después de cada golpe, hacía una pausa para tomar aire hinchando los pulmones y ensanchando el relieve musculoso de sus brazos y su pecho. Creo que en total estrelló diez o doce golpes en mi cara sin discriminar. No me parecieron muchos. Sospechaba que me había roto la nariz, aunque a estas altura nos distinguía muy bien lo que ocurría a mi alrededor; me hallaba aturdido y cegado por sus golpes y no definía los objetos ni a Bruno. Todo eran sombras difusas y caóticas y sensaciones dolorosas e infernales. Su sonrisa macabra se burlaba de mí allá arriba. Sus manos recias y duras, apenas castigadas por los golpes, si acaso los nudillos algo enrojecidos, ni siquiera ensangrentados, más bien sucios de sangre, se aproximaron a su bragueta. La desabotonaron y se la sacó. Ostentaba una enorme, inverosímil y brutal erección. - ¡Como te mueva te mato! No se concedió ni un instante de duda. Comenzó por orinarme en la cara. Me lanzó un chorro incandescente y pestilente, intoxicante. El escozor de mis heridas era insoportable. Grité y giré el rostro, con lo que sólo conseguí facilitarle el trabajo, ya que me roció por completo. Las lágrima de dolor se mezclaban con mi sangre y con su orina que corría por mi rostro, resbalaba y me empapaba la camiseta y el pecho entero. Mis gritos de dolor rebotaron en las paredes del piso y me confundían con las carcajadas de Bruno. Tuve que cerrar los ojos me había caído orina encima. Brunos e mantuvo delante de mí unos minutos después de acabar. Se la meneaba con energía. En poco tiempo remató la faena. Oí claro sus gemidos de placer y percibí su semen rebotándome en los párpados cuando se corría. Me tomó del pelo y me la metió en la boca, rellenándomela para acabar de correrse abundante y asqueroso en mi garganta. ¡Trágatelo, hijo de puta!

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