14.2.11

MI QUERIDO LELE




Fragmento extraído de la novela
Pao-Pao de Vittorio Tondelli


Me encuentro a Lele, de repente, sentado en la barra de equilibrio con los otros chicos que no mira y que no escucha. A los pies lleva unos zuecos de color calabaza y en la bandolera, una bolsa del mismo color con franjas y motivos de flores. Lleva unos tejanos muy descoloridos. Calcetines amarillo por la suciedad. Cabellos largos, pero no demasiado. Mide un metro noventa y siete, hombros anchos i lisos, ojos límpidos del todo y muy húmedos y negros, cejas de serpiente inacabables que alargan el corte oriental y salvaje de los ojos. Y después aquella boca que no se puede describir. Dientes no perfectos del todo, pero labios grandes, relucientes, labios mórbidos, labios peligrosísimos. Con todo, el detalle que atrae mi atención es sencillísimo, una particularidad muy banal y casual, una nota mínima que lo eleva como un dios más allá de toda la babel dialectal, las palabrotas y tonterías que los otros le gritan (…)

Saluda y lo saludo y le ofrezco un poco de vino blanco que él se lo traga de golpe. Volvemos al cuartel juntos, estoy muy bien a su lado, no tengo problemas en caminar. Hay un acuerdo que en seguida nace entre nuestras maneras de caminar, un ritmo entre nuestras palabras, la belleza de descubrir un continente nuevo. Y esta tierra donde llego es él, naturalmente, mi Lele. Y como he amado después a mi Lele, cómo lo he deseado. Quería comérmelo, a mi Lele, exprimirlo como una esponja mojada, quería chupármelo, bebérmelo de un trago, a mi Lele. Lo quería conmigo, quería romperme debajo de sus riñones, quería negarme entre sus grandes brazos, quería subirme encima de su piel tersa y vibrante como una seta. Quería esconderlo en el fondo del corazón, a mi Lele, quería acunarlo en mi cabeza como una nana y fijarlo en mi interior como un acorde. Quería contagiarme con su olor, quería aferrarme a su lomo, y a sus piernas altas, quería apretar sus hombros, quería chuparle el pecho y comérmelo todo, quería gritar con Lele, quería entrar en su espalda allanada, quería besarlo, jugar, confundirlo con mis movimientos de amor en los bramidos, en los gemidos. Quería encontrármelo después a mi lado, a mi Lele, quería registrarlo, lo quería relajado y finalmente apagado, lo quería feliz. Yo amaba a mi Lele, estaba completamente embebido por mi amor

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