20.12.10
VISITANDO UN CONVENTO
Un poema de José Gutiérrez
Esta celda que fue prisión del cuerpo
armadura severa más que casa
de meditación o exilio del mundo,
cárcel de los sentidos, dulce esposa invisible
donde temblar las almas de virtud serena,
qué pasión encendida y rugiente
debió guardar cuando era el siglo XV
y Florencia bullía de animación y goce
que no pudo apagar el vasto muro
ni oscurecer la grave reja,
mientras Savonarola cumplía su castigo
entre la espesa humareda subiendo a los cielos.
Qué noches flageladas de agitada vigilia,
de horas como sierpes robadas al estudio,
de ojos transfigurados como un santo
por el deseo: pasiones saciadas sin desmayo.
Lo dicen los colores sensuales de ese fresco
en la pared manchada cinco siglos atrás
por el cálido semen de un novicio.
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