Un poema de Raúl Gómez Jattin
Mi hermano Miguel a quien no conocí
ha venido a acostarse en mi hamaca.
Ojos claros de miel y sonrisa carnívora.
Ancho cuerpo para el abandono.
Como todos nosotros fuma para matar el aire.
Algo así como una señal de desventura.
mi madre no lloró la noche de su muerte.
Pienso. Antes de que se marche con el humo
que quizá lo hubiera amado.
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