Extraídas del diario Salón de pasos perdidos
de Andrés Trapiello
No es infrecuente que los homosexuales exijan que la sociedad arregle de una vez sus conflictos con ellos, pero muchos ni siquiera han arreglado sus conflictos con su madre, a la que ocultan celosamente mientras vive que lo son.
No tienen ningún inconveniente en salir en la manifestación del orgullo gay medio desnudo, con los glúteos al aire, pintado como una mona y plumas como para vestir al cuerpo de baile de un cabaré. Sin embargo se morirían de vergüenza si tuviera que presentarse ante su padre con la cara lavada, vestido discretamente y hubiese que confesarle: soy gay.
Piden los gays a los heterosexuales una franqueza y lealtad que ellos no están dispuestos muchas veces a conceder a sus iguales.
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