Un poema de Marco Antonio CoronelDe mosto e incienso son tus ojos
cuando llamas al matorral de mi pecho.
Ya no correré serpenteante,
atendiendo las lunas y los bosques;
en l aboca sólo tengo comisuras
para derramar palabras en tu espalda,
para quebrar aceite sobre tu corazón.
No pensemos, cuando sintamos amor,
no compadezcamos nuestros sueños.
quién piensa, sintiendo amor,
recibe el desierto por salario.
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