Un poema de J. RicartPaso por la puerta y pronto respiro
ese vapor espeso de las duchas,
ese promiscuo olor a camisetas
mojadas y a calcetines sudados,
y no puedo dejar de imaginarme
a los jugadores tras el partido:
canturreando desnudos bajo el agua,
dándose palmaditas, bromeando,
riendo, toqueteándose o incluso
disimulando vergonzosamente
alguna que otra erección espontánea.
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