Un poema de Antonio Beccadelli
Si mi nombre y deseo quieres saber, caminante,
Pegaso el cojo soy, en esta tierra enterrado.
Espera a conocer mi anhelo, ya sabes mi nombre,
escucha, tu curiosidad pronto será saciada.
Cuando lleno de ardor estés por encular a un buen efebo,
traételo a esta tumba, caminante, hazme ese favor
y mi alma honrarás sin que haga falta incienso,
penétralo ahí, y a mí me darás descanso.
es costumbre piadosa para las almas en sombra,
que establecieron así los antiguos padres.
Aquiles aplacaba las cenizas de Quirón,
como muy bien sabe tu culo, rubio Patroclo.
E Hylas lo supo también cuando Hércules igual lo penetró.
Como enseñaron los antiguos, haz ante mí, caminante.
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