Un poema de J. Ricart
Después de dar los rodeos de siempre,
pasamos a la acción por mutuo acuerdo:
Bragueta abierta, bulla de botones.
Tus nalgas, dos explosiones de nieve.
los muelles del sofá se nos hojaldran.
Nos hemos olvidado de la tele:
allí dos hombres hacen acrobacias.
Ahora nosotros somos las estrellas.
Mi amiga Erica dice: “más vale una
caricia que que mil películas porno.”
Curioso, espío el perfume perverso
bajo tus brazos: húmedas raíces.
Mi lengua lagartea y caza hormigas
sobre tu pecho. Descubro un granito
(tranquilo. Lo taparé con metáforas)
Vibro de juventud entre tus ingles.
Como un ave bisectrizo tus muslos.
Golpeo en el aire dos veces. Me abres.
Te cubro como una sombra de iglesia.
Te desgozno. Me adentro poco a poco.
Boquiatado gimieron las correas.
Te rendiste en el filo de mi cuerpo
y te encogiste como una pregunta…
Los poetas dominamos la lengua
y después que digan. Modestia aparte
esta inmunda rata de biblioteca
practica cuando puede el Kama Sutra
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