25.5.10

MANUAL DEL BUEN AMANTE



(Segunda parte)

Fragmento extraído del relato
Un poco de intimidad, por favor
de Michael Lassell


Le desaté los cordones de la bota muy despacio y se la quité. Y luego el calcetín. Tenía unos pies largos y bien formados. Cuando se quedó descalzó, volví a ponerme de pie y coloqué con delicadeza mis dedos a ambos lados de su rostro, rozando la barba de varios días que apenas le había crecido. Volví a acercar su cara a la mía, y cuando nuestros labios se tocaron, le coloqué una mano en la bragueta y le rocé ligeramente la polla, que ya se le había puesto dura. Le desabroché el cinturón y le botón, le bajé la cremallera y abrí la tela, dejando que descansara sobre sus caderas. Los pantalones resbalaron hasta el suelo y él los apartó con lospies. Su polla se irguió como el asta de una badera y su cuerpo se estremecido. Tenía la carne de gallina. Deslicé una mano por la parte de atrás de su muslo y con la otra le acaricié la parte delantera. Cuando la acerqué a la entrepierna, pasé de largo su polla y coloquen los dedos bajo sus apretados huevos; acto seguido se los agarré, al mismo tiempo que presionaba mi boca contra la suya. En la actualidad, no todo el mundo sabe besar. Y no todas las bocas están hechas para ello. José había nacido para el sexo oral. Sus labios, cálidos y húmedos, casi se derretían, y ambos atacamos la boca del otro hasta que nuestros respectivos labios se fundieron y parecíamos no tanto que estuviéramos besándonos como un beso propiamente dicho.

En cuanto estuve tan desnudo como él se puso de rodillas y se metió mi polla en la boca hasta el fondo. “Dios bendiga a los hombres que no se atragantan” pensé mientras empezaba a mover las caderas para follarle la boca. Me la estaba trabajando tan deprisa que tuve que sacarla para no correrme en su garganta. No tenía ninguna intención de irme sin haberle metido la polla en el culo, y era allí donde quería correrme la primera vez. Cuando le di la cuenta, él estaba totalmente a punto. Se tumbó en la cama sin mirar, bajo el alféizar de la ventana; cogió un condón, abrió el envoltorio y empezó a deslizarlo por mi polla. Antes de metérsela, le trabajé un poco le culo con los dedos. Bombeé rápido y con fuerza, pero no por mucho tiempo. Él se había agarrado la polla con las dos manos como sólo había visto hacerlo una vez hasta entonces. Se corrió. Le saqué la polla, me quité el condón casi al mismo tiempo y lancé la primera corrida del día sobre su cabeza, su espalda, la pared que tenía detrás de él y la tableta de su estómago.

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