17.2.10

CAMISETAS



Un poema de Luis Muñoz

Se cambiaron la ropa entre los dos
en los primeros días.

La camiseta negra con los dioses aztecas
recuerdo de un museo,
por el jersey fino de pico
de listas amarillas veteadas de azules.

El polo añil gastado de hacía cinco años,
por el blanco de seda, como alado y de puntos,
de cuello blando y grande.

Era como un abrazo ceñido y vaporoso.
Acostumbrar tu piel al tacto de la suya,
imponerlo al salir como una caricia.

Si se encontraban solos en citas agridulces
con antiguos amantes,
la dulzura del otro soplaba en el tejido.
Si se encontraban lejos como una sombra débil
al borde de las sombras,
el otro aparecía como una fortaleza.

Era la afirmación que siempre les faltaba,
el toque permanente de alerta en sus afectos.
Y , eso sí, no escucharon que nadie les dijera:
los hilos de la tarde se cosen sin la tarde.

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