Un poema de Pedro GandíaConcupiscente y gélido se expone
con inquietante palidez de hostia
apoyado en la barra de un garito.
Carne lunar de ninfa del erebo
y grandes ojos de ángel de Gozzoli
en pose del Apolo de Praxiteles.
Y sin que pueda imaginarse
criatura intangible y pura
su mirada te dice que los dioses existen
aunque por un instante.
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