Fragmento extraído del relato
Un poco de intimidad, por favor
de Michael Lassell
Por cierto, ¿he comentado que tenía polla? No es que fuera enorme pero sin duda alguna se parecía más a una salchicha polaca que a una Frankfurt. O quizás chorizo sería el término más apropiado para referirse al objeto en cuestión. Era clásica en su forma, si lo que te gusta es la salchicha circuncidada, y a mí me gustan así, quizás porque yo también tengo una. Obviamente la idea que cada cual tiene sobre la polla perfecta es distinta. la suya se correspondía con la mía: era lo bastante larga para que le colgara y se balanceara al andar, pero no tanto como para que le rozara las rodillas, y más bien gruesa, con un ligero estrechamiento que hacía eclosión, en un glande más bien puntiagudo. En erección, se extiende paralela a su torso, como si siguiera el camino marcado por el vello que crece junto a su eje de simetría. Tiene una atractiva curva que sugiere la parte externa del cuerno de un rinoceronte. ¿ he comentado que he visto su polla en plena cópula? ¡Oh sí! Mi nuevo vecino, que probablemente debe tener veintimuchos. Un salido. No sólo se pasea desnudo, sino que a menudo anda por ahí empalmado, con sus huevos normalmente bamboleantes pegados a su divina y dura verga. Y no siempre está solo. Por ese dormitorio he visto desfilar un calendario entero de chicos de las Naciones unidas. He visto su polla enterrada hasta el bigote en las hambrientas bocas de un montón de embelesados muchachos. Le he visto penetrando una procesión de bien lubricados culos, metiéndosela hasta que su pubis empezaba a brillar y sacándosela luego de modo que su arrugada punta desbloqueara el acogedor ojete antes de volver a metérsela. He visto pollas de toda clase, algunas de ellas más grandes que la vida, entonando gritos de júbilo, mientras él gritaba en inglés, en español y en ese lenguaje de sonidos animales que sólo hablan los hombres cuando alcanzan el clímax mientras les dan por culo. Le he visto con las rodillas a la altura de la cabeza con un dildo de tamaño familiar metido en el culo y le he espiado mientras se introducía todos los dedos, por no hablar de zanahorias, pepinos, calabacines e incluso un tubo de lubrificante en forma de falo. Es tan eróticamente diestro como lingüísticamente versátil.
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