13.9.09

SEBASTIAN


Un poema de Luis Pérez Oramas

Los cuerpos que están en estos versos
no son cuerpos
son el vaho agrio que lleva las palabras al sonido
el vacío de la música que suena
cuando calla la textura del recuerdo
en ningún nombre
en ninguna pesadumbre
que dejara su sombra bajo el tacto.

Dardo encendido, tumescencia
láctea de animales que pueden serlo todo
en un instante, en cada voz
en cada brazo abierto hacia la nada.

Sólo cabe el ausente nombre de la sangre
y en lugar de flechas, lanzas, clavos
un criptograma oscuro por el escudo
un enigma cantando pectorales
la escalera que llevaba hasta el fuego
en la inmensa casa de tu espera.

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