30.9.09

DOS POEMAS DE SANDRO PENNA



VII
Cómo es bello seguirte,
oh joven que te ondulas
calmo en la ciudad nocturna.

Si te paras en una esquina, lejano
me quedaré yo, lejano
de tu paz – oh ardiente
soledad mía.


VIII
Desde las nubes de polvo de carbón
me saluda una sonrisa toda blanca.

Pero el ángel de madera del barco
mira los urinarios tristes y olorosos
improvisados en los rincones – rivales
o amigos queridos de las palmeras rojas.

Mis amigos los urinarios... ¿Pero yo
no tiendo acaso al monte en donde encuentro
- lejano el mar y el olor perverso –
al adolescente perfumado de higos?

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