20.6.09

EN EL LAGO CON SIAJU



Fragmento traducido del catalán,
extraído de la novela
L’amant del nois de Isidre Bravo


Sianju, que se ha puesto ropa limpia, me espera. De repente temo que solo piense en ayudarme en acordar el precio con el barquero y se vaya. Se lo digo y todo queda claro. Él también ha pensado que vayamos los dos juntos y sin el barquero. Él dice que remará y que yo descansaré, y dentro del lago nos bañaremos. La cadencia de su cuerpo cuando rema es magnífica: elegante, fluida, rimada, sin esfuerzo. Cada movimiento es más maravilloso que el anterior. Mientras navegamos por las aguas tranquilas, vamos hablando pausadamente. Me siento ágil de reflejos mentales y desinhibido como hacía tiempo que no me sentía y a cada ocurrencia o comentario mío él sonríe, maravillado y divertido. De vez en cuando iré descubriendo nuevos aspectos que contribuyan a su perfección. Su candor, su inocencia a pesar del conocimiento realista del mundo, la pureza de sus ideas y la naturalidad con que las expresa, sin tensión rígida a pesar de ser muy tradicionales, especialmente, por lo que respecta con el sexo y que él llama la nepalí culture.

Soy el primero en lanzarme al agua y me quiere hacer fotos. El agua está limpia y fresca y estamos en un lago maravilloso con montañas de ocho mil metros como telón de fondo. Cuando se quita la ropa y se queda con un sencillo eslip y se baña, se me corta la respiración: tiene uno de esos cuerpos proporcionados, de silueta bien torneada, armonioso y a la vez relajados- sin durezas culturistas- que tantote entusiasman, Con unas curvas perfectas y una piel suave. El eslip se adapta perfectamente a las medidas y a las formas de su vientre, de su culo y de su sexo, que puedo intuir grande y tranquilo. Cuando le pido que me mire, mientras está de pie en la popa de la barca, antes de tirarse al agua para fotografiarlo, su pose es de una gracia infinita, como un pastor adolescente de la Arcadia de quien los dioses caerían enamorados. De hecho, está realmente tocado por la gracia de los dioses. Después del baño, continuará remando casi desnudo, delante de mí. le hecho más fotos- quizás demasiadas para él- y se rodea la cintura con la camiseta blanca, que el viento, traidor, levanta a cada momento, haciendo que me permita ver sus muslos, hasta bien entrado el ribete inferior del eslip.


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