Un poema extraído del libro Amuatar
de Pedro Gandía Buleo
La secreta pasión, que en jardines esféricos
de lascivos desnudos, arde sin consumirse,
cautiva, revelándose, a infernales espectros,
y toda carne es llama ritual que acuchilla.
Colosos agonistas, ensangrentados esfínteres
liberan los textos más crípticos de Enoch
al ángel de la muerte, quine desciende a los hombres
coronado de fúlgidos y pujantes hibiscos
en la diestra un anillo de gemas venenosas,
y una luna convulsa tiznando en la siniestra.
Y en tanto que sus fieles servidores se rinden
a sus curvas magníficas, también él, presuroso,
se esclaviza al encanto de sus siervos más jóvenes.
En los alrededores de su inconfesa lumbre,
donde es ficticio el cielo, maléficas efigies
guardan su territorio. Nieves eternas cubren
el cristal de la vida. Reflejo de otro sol,
por las estigias aguas canta un cisne de hielo.
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