Un poema de J. Ricart
Intento atrapar tu perfil
entre rápidas caricias y besos.
Recorro tu perímetro:
Tu piel es morena y fragante
como flor de Ketama.
Después de robar la miel de tus labios,
resbalo por tu cuello.
Me recuesto sobre tu pecho.
Mi lengua allí descubre
dos botones encarnados,
y más abajo un amonites secreto.
Prosigo mi trayecto
y desciendo hasta la costura
de tu ajustado bóxer.
Rendido por el cansancio,
me hundo buscando
en el meridiano de la entrepierna,
rastros de ámbar desperdigado
o perlas furtivas del alba.
Tumbados en la cama,
Rachid parece feliz tarareando
una canción de moda.
que escucha por su walkman.
Yo también soy feliz
sencillamente en su regazo,
como si se hubieran sincronizado
por una sola vez
allá arriba las esferas.
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