19.1.09

EN EL CHIRINGUITO DE LA PLAYA

Fragmento extraído y traducido del catalán
de la novela L’amant del nois de Isidre Bravo

En el bar de Abdelrafod, ya a oscuras, bajo la brisa todavía intensa, después del deliciosa baño en el puerto, cerca del faro con el Nordin, y de la ducha increíble en el recinto colectivo de los hombres – amalgama de cuerpo entre pudorosos y descarados, todos ellos cubriéndose con esfuerzos que encuentro excesivos y creo que fascinantes, de una manera que yo, por esta explosión de vida, leo a Ar Rusafi de Valencia: “Si las palomas sintieran lo que mi pecho siente quemarían la rama en la que se posan” Yo ahora ya lo puedo decir plenamente. Como me gustaría que estuvieras aquí y que también gozaras de todo esto. No conozco a nadie que no pudiera conectar tanto de la misma manera que yo. Siento tus vibraciones y pero la complicidad de nuestras miradas, a cada momento, si estuviéramos junto. Ayer por la tarde se produjo gradualmente una comunicación preciosa, a través de dibujos en la arena que interpretaban su deseo- algunos muy atrevidos- con tres chicos de unos dieciséis años, amigos entre ellos. Qué fruición en sus risas y qué estallido de perlas. De sus dientes blanquísimos. Viven a una hora de camino a pie, en una montaña. Tienen cuidado de los animales, y son amistosos, rudos e inocentes. También como en muchos países pobres, encontré este vendaval de sonrisas y de miradas francas y amables. Pero aquí hay alguna cosa- como un plus de retraso de occidentalización- que los hace más inocentes, más frágiles y también más aferrados- es lo único que les queda- en el orgullo de su diferencia. Por eso tengo siempre esta sensación que son príncipes. Y más de alguno emperador.

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