A un paje
Lo hice mi esclavo,
pero la humildad de su mirada
me convirtió en su prisionero;
de tal modo somos ambos
y al mismo tiempo
esclavo y señor uno de otro.
El bozo
El vello de la cara perfeccionó su belleza
casando la noche con el día.
negro sobre blanco, narciso y mirto.
la tertulia sería perfecta si su saliva fuera mi vino.
El copero
El copero, esbelto y coqueto,
al escanciar el vino
ejerció su fina ciencia.
¡Oro fundido en agua helada!
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