Mi olor a ti (Fragmento)
Has dejado tu olor en todas mis camisas.
Toda mi ropa huele a cuando estabas.
Sería al abrazarte- no lo entiendo-
o que estuviste cerca y se quedó prendido.
Si arrimo mi nariz al hombro o a la manga, te respiro.
en las manos que extiendo sobre mis pantalones, te respiro.
Al ponerme la chaqueta, en la solapa.
Y en el cuello de un jersey que no me abriga.
Aroma de placer, de feromonas,
de recostarme en ti mientras dormías.
Por mucho que la lave, mi ropa lo conserva:
es un perfume dulce que alivia
como vestir tu cuerpo con tu piel.
Y está durando más que mi recuerdo.
Tu rostro en mi memoria se disipa,
casi puedo decir que he olvidado tu cuerpo
y sigo respirándote en las prendas
que, al tiempo que me visten me desnudan.
Hermanos extraños
Como en Ricas y famosas,
que en la eclosión final de la conciencia
después de los incendios y los hielos,
destilada la experiencia de las decepciones
y asumido el dolor de haber sido felices,
la plenitud nos encuentre compartiendo
vinos densos con queso
y un puñado de pastores griegos.
Y no saber los nombres
de los últimos hombres,
amanecer en brazos de recios pescadores;
y a la tarde brindar con néctar y ambrosía
- como el champán de Jacqueline y Candice-
por la gracia de haber sido diferentes.
Y acabar nuestros días como hermanos extraños
en tu casa de la calle Toledo
o en la mía de la calle leganitos
celebrando retrospectivamente
los mejores polvos de nuestra vida.
Me dirás “ No fuimos homosexuales,
buscando almas iguales en cuerpos tan distintos”
y entonces, abrazados, lloraremos.
Has dejado tu olor en todas mis camisas.
Toda mi ropa huele a cuando estabas.
Sería al abrazarte- no lo entiendo-
o que estuviste cerca y se quedó prendido.
Si arrimo mi nariz al hombro o a la manga, te respiro.
en las manos que extiendo sobre mis pantalones, te respiro.
Al ponerme la chaqueta, en la solapa.
Y en el cuello de un jersey que no me abriga.
Aroma de placer, de feromonas,
de recostarme en ti mientras dormías.
Por mucho que la lave, mi ropa lo conserva:
es un perfume dulce que alivia
como vestir tu cuerpo con tu piel.
Y está durando más que mi recuerdo.
Tu rostro en mi memoria se disipa,
casi puedo decir que he olvidado tu cuerpo
y sigo respirándote en las prendas
que, al tiempo que me visten me desnudan.
Hermanos extraños
Como en Ricas y famosas,
que en la eclosión final de la conciencia
después de los incendios y los hielos,
destilada la experiencia de las decepciones
y asumido el dolor de haber sido felices,
la plenitud nos encuentre compartiendo
vinos densos con queso
y un puñado de pastores griegos.
Y no saber los nombres
de los últimos hombres,
amanecer en brazos de recios pescadores;
y a la tarde brindar con néctar y ambrosía
- como el champán de Jacqueline y Candice-
por la gracia de haber sido diferentes.
Y acabar nuestros días como hermanos extraños
en tu casa de la calle Toledo
o en la mía de la calle leganitos
celebrando retrospectivamente
los mejores polvos de nuestra vida.
Me dirás “ No fuimos homosexuales,
buscando almas iguales en cuerpos tan distintos”
y entonces, abrazados, lloraremos.
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