5.6.13

PRIMEROS PASOS



Fragmento extraído de la novela
La estrella de la guarda de Alan Hollinghurst

La polla de Luc, con el cordel grueso de la vena grisazul que corrí era todo lo largo de su ancho tronco para luego curvarse caprichosamente, el prepucio estrecho, bajo el cual había un resto de esmegma; lo besé, y lamí un momento sus huevos cubiertos de una pelusilla rubia como en señal de reconocimiento, mientras sus manos me peinaban suavemente le pelo. Le fui empujando hasta hacerle caer sobre la butaca. No se daba cuenta del todo de lo que estaba pasando. Levantó el pie a caballete sobre el brazo de la butaca y yo me deslicé por debajo y le metí la cara en el culo. Era más bello y escarpado de lo que me había esperado, aquel abrirse cuando se inclinó para jugar desmañadamente con mi polla. Le acaricié el ojete, con un dedo, quería lamérselo, le eché el aliento, como un silbido, como para enfriar el alimento. Tenía una simpática expresión viciosa, un morrito ofuscado. Le besé todo alrededor, recorrí con la lengua su muslo levantado, volví a ello y lo intenté con le pulgar humedecido. Había una especie de arrogancia, en él y en mí. Tomaría todo lo que yo le diera. Advertí por un momento las estrictas obligaciones que el papel de profesor impone. Dudé, mientras le metía el pulgar hasta el primer nudillo, y luego hasta el fondo. Mientras él se quejaba y se la meneaba con fuerza, de que le quedara algo por aprender.

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