3.4.13

ESTO ES LA GUERRA




 
Fragmento traducido del catalán
de El cuaderno rojo, de autor anónimo
              
Anoche, como libré, me puse las botas y el uniforme y me fui a la guerra. La primera vez que entré me temblaban las piernas. Jamás hubiera pensado que fuera tan grande y tan heavy. Desde afuera parece una finca normal, de tres pisos, con sus respectivos balcones, eso sí siempre cerrados a cal y canto. Cuando traspasas el portal unas banderas unos pósters tipo Tom de Finlandia te dan la bienvenida, no como el camata de turno que te obliga enseguida a consumir. Siento no ser corporativista, pero hay cada uno en el gremio...Una escalera interior comunica los tres pisos. Un día de estos alguno se va a dar un piño, entre lo oscuro, la peña que va ciega y los peldaños...Yo  ya tengo mi modus operandi: suelo hacer una rápida incursión a modo de reconocimiento del terreno. Después me apalanco en la sala de vídeo, y si no veo nada interesante me pierdo en el cuarto oscuro a ver si pillo cacho. Allí te puedes encontrar de todo desde niñatos hasta guelos. Ayer lunes no había casi nadie. Un güelete me dio palique y me estuvo contando que aquello y no era como antes. Desde el sida, la gente se lo pensaba dos veces. Antes me comentó que había en el piso superior una tienda de campaña militar, con cadenas, candados y esposas. Enseguida me he puesto pinocho, pero he intentado disimularlo. La gente follaba a pelo indiscriminadamente, pero llegó el puto sida y la juerga se acabó. El viejete como comprobó mi interés, contó la historia del antiguo dueño. Yo no sé si creérmela o no, quizá se la acaba de inventar para quedarse conmigo. De todas formas tampoco me extrañaría, hay mucho pirado suelto, aunque cada uno es muy libre de ir a su bola. Pues eso, resulta que el amo de este garito le iba la marcha, sí la caña de Picaña, ya sabes... A veces cerraba el local y montaba fiestas destroyer en rollo sadomaso. Una noche pidió que lo ataran a una cruz, igual que Cristo y que lo dejaran allí hasta el día siguiente… La cuestión es que al día siguiente cuando fueron a liberarlo estaba fiambre. La había palmado, un infarto o por asfixia, no se sabe. Ya me imagino al tío allí en plan Jesuscristo Superstar ¡Qué pringao!”


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