12.12.12

ULTIMATUM



Fragmento extraído de la novela
Pao-Pao de Vittorio Tondelli


Con mi Lele vamos a una tratoría toscaza, quiero tratarlo bien y sobre todo que él se sienta bien. Hablamos muchísimo de cine alemán, que en aquel tiempo gustaba tanto, y hablamos también de nuestras historias, y cuando estemos un poco bebidos le cojo el tobillo por debajo de la mesa y le digo que tengo deseo de hacer el amor, que ya no puedo más y que tengo deseo de lanzarme con él hacia las estrellas. Lele se hace el longuis y dice que no siente estas cosas, que le gusto muchísimo, que no podría renunciar a mí, pero… entonces le dejo que aquello me desespera del todo y que rehace sentir un poco trastornado, porque si yo siento una cosa tan fuerte y  grande y excepcional, pienso que el oto también siente de la misma manera. Es decir que tiene que haber una concordancia entre aquello que pasa por la polla y por los nervios, pero si tú dices queso yo ya no sé qué pensar, creía que sólo era una cuestión de tiempo, y de tiempo, amor mío, te he dejado mucho. Y Lele sonríe, y me coge las manos, allí bajo la mesa, y dice ahora aquí casi te besaría hasta el fondo de la garganta y yo me pondré rojo y diré ¡mierda! conmigo siempre tienes todas las de ganar.

Y no digo nada, como, bebo, y no digo nada y me miro a mi Lele que come y engulle, y yo no tengo fuerza de pensar nada. Y pago la cuentas y cuando estamos afuera le digo que le amo, que lo amo con locura, pero él tiene que decidir: o está conmigo, o acepta en su cuerpo, o nada, prefiero no verlo más. Lele parecerá caer de las nubes, dirá cosas medio cortadas, que me aprecia, etc. Y yo le digo que no quiero oír esas cosas, no tengo casi dinero y maldigo l a negra y sucia miseria y estoy harto, harto y me parece que casi todos  me toman el pelo y si incluso hubiera estado bien, aún, pero ya está, ahora digo que eso se tiene que acabar, prefiero retirarme y sentirme solo. Y entonces Lele me dice adiós, lo acompaño al 61, sin embargo antes de dejarnos lo hago tropezar con los pies y lo llevo a un portal le pongo los brazos en el cuello y nos besamos, maravilloso Lele que besa estupendamente y que me restriega su lengua mórbida por toda la cara, que me ata a su olor, pero en seguida se para. Le digo adiós. Él también. Nos hemos despedido deprisa. He tenido el tiempo justo para poderle poner en el bolsillo a escondidas veinte billetes.






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