Fragmento traducido del catalán
de El cuaderno rojo, de autor anónimo
No sé quien me manda salir con una jurásica como esta. Total, que este sábado como tenía turno de tarde hemos quedado para cenar con Salva, en el marichino. Después se ha emperrado en hacerme la ruta del pecado. Yo se lo h agradecido, pero le he dicho que con los garitos que conozco no sólo me bastan sino que me sobran. El tío erre que erre, que es diferente, que te gustará. Total que al final me ha convencido y me ha invitado a una copa. El antro en cuestión se llama Oh Valencia, muy original por cierto. Nada más en la puerta me ha sorprendido el pésimo ruido distorsionado de los bafles. Se trata de un tugurio estrecho, petado de cincuentones y de más edad. En un segundo es como si me hubiera trasladado a los años setenta. Un travestorro trasnochado intentaba seguir sin demasiado éxito un playbak en cassete rayado de tantas veces. La pobre daba lástima, ella desgañitándose la voz en una especie de tablado flamenco, y la peña como pasando de ella. Patético. Alguien me ha pellizcado el culo. La gente aquí no se corta. Aunque lo comprendo. Una vista alrededor bastaba para saber que yo era el más joven de esta residencia de maricas nostálgicas. Lo siento, pero para mí es deprimente. Si ser gays es este folklorismo, prefiero cambiarme de acera. No me he terminado siquiera el cubata, le he dicho que me encontraba mal y me las he pirado”
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