Fragmento extraído del Diario 1966
de Joe Orton
Caminamos un largo rato juntos y luego se fue. Mohamed cogió un montón de cacahuetes de una carretea cargada que pasó y me dio un puñado. Recorrimos kilómetros andando por callejuelas retorcidas y pestilentes y llegamos al fin a los baños españoles. Había pequeños cubículos y una sala caliente. El encargado marroquí sonrió y dijo algo al chico, que asintió. Entramos en la habitación, nos desnudamos y nos echamos en el suelo de baldosas calientes. Me resultaba menos excitante de lo que había supuesto. El chico era tan guapo como bien dispuesto, peor yo no podía soportar el calor. Le masturbé, se corrió sólo un poco. Supongo que andan dándole las veinticuatro horas del día. Pasamos a otro cubículo y caí en la cuenta de que me había olvidado la toalla. Abrí la puerta y apareció el encargado. Bajó inmediatamente la vista hacia mi pijo, que, dado que estaba medio erecto, tenía un tamaño bastante notable “ Toalla” dije. Desapareció a buscar una toalla. Nos secamos y nos fuimos. El encargado me pidió cinco dirhams por cada uno. Un robo descarado, pero saben que el baño no se usa como baño.
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