31.5.12

EN LA COMISARIA

Fragmento extraído de la novela Sígueme de Cristóbal Ramírez
El poli guapo me tomó sin violencia del brazo invitándome a levantarme. La mancha de la pernera de mi pantalón comenzaba a marcarse. Salimos de la sala de interrogatorios y me introdujeron en otra contigua, más pequeña. Necesitaba ir urgente al lavabo. El poli duro hizo un amago de pegarme un potente coscorrón, pero el poli guapo sujetó su mano en el aire. Se agachó y se me plantó de frente. Habló por primera vez. “No seas tonto, Calvin” me amonestó sensato. Me acariciaba el rostro dándome confianza, vertiendo entre su boca y la mía su aliento prolongado, segado y perfumado, con olor a hierbabuena. “Queremos la verdad, Calvin. Sé bueno y cuéntanosla. ¿Qué pasó aquella noche, Calvin? ¿A qué jugabais?” Me meo, pensé. Y otro chorro incontrolado salió de mi polla desparramándose por el algodón. No sabía bien para dónde mirar. Miré al poli guapo. Observé su figura varonil, sus ojos benevolentes clavados en los míos asustados, su sonrisa deferente. El poli guapo me ofrecía su apoyo, su amistad. Y era sincero, no mentía. Su potente mano aferró mi barbilla, apretando con firmeza. De repente me miraba fiero e inescrutable. Pensé que me iba a besar y una corriente de deseo hizo brincar mi polla. Volví a soltar un chorro de meados. No me besó, sonrió porque se dio cuenta de que me lo estaba haciendo encima. Su mano se posó en mi entrepierna húmeda y me acarició el paquete. Lo recorrió de arriba a bajo y frotó sus dedos hasta humedecerlos. Se los llevó a la nariz y aspiró con avidez. Olía tremendo. Sonrió. Posó sus dedos mojados en mis labios cerrados y los embadurnó de orín. Estaban bastante húmedos. Presionó y los introdujo en mi boca. Succioné y lamí. Sabía sabroso.

No hay comentarios: