10.4.12

PAUSA




Fragmento extraído de la novela
Teleny de Óscar Wilde


Se sentó a mi lado, con su hombro pegado al mío. Primero pasó su mano por la mía, tan suave que apenas la sentía, poco a poco sus dedos se enlazaron los míos y daba la impresión de ser plenamente feliz al tomar posesión de milímetro a milímetro. Luego uno de sus brazos rodeó mi cintura, el otro el cuello, y la punta de sus dedos se paseó por mi pecho cosquilleándolo deliciosamente. Se rozaron nuestras mejillas y ese contacto casi imperceptible me hizo sentir pronto el cuerpo en temblor agradable. Nuestras bocas se tocaban y sin embargo no recibían ningún beso, sus labio sometían a los mío al tormentote tántalo para hacerme más sensible a la afinidad de nuestras dos naturalezas. Por fin cuando no pudimos aguantar más nos quitamos la ropa y desnudos ambos nos enlazamos como dos serpientes, tratando cada no de apoderarse lo más que podía de la carne del otro. Me parecía que todos mis poros eran otras tantas pequeñas bocas que avanzaban hacia él para besarle. Mi verga, dura como una barra de hierro, se adentró entre sus piernas, donde sintiéndose oprimida, empezó a soltar algunas gotitas viscosas. Me negué a saborear ese placer a medias. Por tanto cambiamos de postura y en un abrir y cerrar de ojos tuve dentro de mi boca lo que el tenía en la suya. No tardó mucho esa leche acre como la savia de higuera o de euforbio, ese zumo que parece fluir del cerebro o de la médula espinal en brotar y un chorro de fuego corrió por todas mis venas, mientras mis nervios vibraban como bajo el choque de una batería eléctrica. El goce que experimenta el sodomizado parecía indescriptible. Jadeante sacudido por estremecimientos nerviosos, con los párpados semicerrados, los labios colgantes y el rostro contraído durante un momento dio la impresión de que sufriera un síncope bajo la intensidad de aquel placer. Su cabeza se inclinaba a veces como si sus fuerzas le abandonaran, pero no tardaba en alzarla y en abrir los labios gritando.

No hay comentarios: