
Un poema de J. Ricart
Miles como estos
se llevan los turistas de recuerdo,
pero este tiene su historia.
Lo compré cerca del Gran Bazar
después de mirar cientos.
El dependiente joven
al notarme indeciso
me invitó a enseñarme algunos
en la trastienda.
Atento y seductor
parloteaba algo de castellano,
pero yo entendía su mirada.
(El dueño frunció el ceño)
Allí entre montañas de alfombras
justo sobre este kílim
improvisamos un poema,
rimamos nuestros cuerpos rápidos.
No regateamos caricias
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