21.3.11

FALSAS ESPERANZAS


Fragmento extraído de la novela
La historia particular de un chico
de Edmund White


El olor medicinal, aquel olor de desinfectante de la homosexualidad apestaba la atmósfera mientas la mesita metálica con ruedas de caucho cargada de medicamentos y productos antisépticos se acercaba en silencio. Tenía ganas d abrir la ventana, de marcharme de allí, durante una hora y volver a entrar a la habitación cuando ya no hiciera este olor, de vergüenza. Nunca había dudado de que la homosexualidad fuera una enfermedad; de hecho, yo la tenía como la medida de mi objetividad implacable, ya que yo conocía esta enfermedad. Ahora bien, en algún otro rincón de mi mente me negaba a creer que el olor de desinfectante también pudiera impregnarme a mí., aquel tufo de humo de carbón frío pudiera penetrar en el amor que sentía por Tom. Quizá me convertían una persona tan vaga, que se emocionaba tanto con la vaguedad, a fin de impedir el reconocimiento de la conclusión final del silogismo que comienza: si un hombre ama a otro, es un homosexual; yo amo a un hombre…Había escuchado decir que los chicos pasan por una etapa de homosexualidad, una etapa normal, casi universal, y por todo, aquello era lo que me sucedía. Una etapa. Una etapa prolongada. mejor dicho aquella etapa cambiaría, y una vez hubiera desaparecido al habitación de Tom, llegaría las cintas de color azul, una chica sonriendo con los brazos abiertos, Pero aquello vendría más tarde. De momento, podría continuar todo el tiempo que quisiera contemplando los ojos de Tom, el color del lapislázuli descolorido bajo unas cejas tan rubias que a duras penas se veía nada más que las raíces a un lado y otro de la nariz, una ligera mancha que se iba haciendo dorada mientras se empequeñecía y subía rápidamente hacia las sienes.



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