Extraído del libro
La pradera de las gacelas
Me gustaban los afectuosos propósitos
de sus párpados; y entonces apareció
el bozo por encima del rosa de sus mejillas,
lleno de frescor.
Mi corazón al instante me susurró esto:
Deja el lenguaje de los párpados y detente menor
en el collar de su barba, pues aviniéndolo
estudiado lo celebrarás y vale la pena.
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