CARLOS EL SOLDADO
Un poema de J. Ricart
Los fines de semana lo recojo
en el cuartel y se viene a mi casa.
Se tumba sobre la cama y se deja…
Sólo me tiene prohibido su boca.
A veces me remuerde la conciencia
por corromper a un ángel tan hermoso.
¡Ay! puede más la carne. Lo confieso:
mi debilidad son los uniformes.
Carlos “il mio dolce joveneto”
el mes pasado cumplió dieciocho.
No entiende, creo incluso tiene novia,
una lástima, quizás algún día…
De sobra sé que no me quiere, pero
somos felices a nuestra manera;
aunque sea dos días de permiso:
yo con sus bíceps, él con tres talegos.
Un poema de J. Ricart
Los fines de semana lo recojo
en el cuartel y se viene a mi casa.
Se tumba sobre la cama y se deja…
Sólo me tiene prohibido su boca.
A veces me remuerde la conciencia
por corromper a un ángel tan hermoso.
¡Ay! puede más la carne. Lo confieso:
mi debilidad son los uniformes.
Carlos “il mio dolce joveneto”
el mes pasado cumplió dieciocho.
No entiende, creo incluso tiene novia,
una lástima, quizás algún día…
De sobra sé que no me quiere, pero
somos felices a nuestra manera;
aunque sea dos días de permiso:
yo con sus bíceps, él con tres talegos.
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