6.9.10

ABUSOS DESHONESTOS


Fragmento extraído de la novela
Los ángeles caídos de Eric Jourdan

Gerard estaba leyendo, hizo un gesto, vago sin levantarse. Philippe se acercó un poco más y se echó con todo su peso encima de él. Mi primo se debatió, pero entonces aparecieron los demás, le ataron de pies y manos, le taparon la boca con un esparadrapo, entre dos llevaron a su víctima hasta el palomar y cerraron la puerta con doble llave. Le desataron los tobillos para que pudiera tenerse en pie; le arrancaron el esparadrapo y entonces uno de ellos se dedicó a prepararle para el suplicio, desabrochándole la camisa, y haciéndola resbalar hasta los puños; luego la emprendió con los vaqueros, tocando sin querer, el sexo de Gerard y haciéndolo estremecer, después de haberlo bajado la cremallera y de que el chico le hubiera rozado los calzoncillos, mi primo, con las dos manos atadas, le golpeó en pleno rostro, lo que dio lugar a una pelea; Gerard, indefenso, les escupió a la cara. Ellos, furiosos, le pegaron con su propio cinturón y luego, tanto porque era atractivo como porque se rebelaba, le golpearon en las piernas, los muslos la espalda, los brazos y las nalgas. Gerard se sintió mareado ¿Era consciente del grupo que se había convocado y cuyo objetivo era abusar de él? Aquellos muchachos, excitados por los golpes, tenían previsto utilizarle comos i fiera una chica, uno tras otro. En el suelo, Gerard dejó de moverse después de haber recibido un golpe en la nuca que lo aturdió. Los chicos le quitaron los vaqueros, impacientes; aparecieron los pesados muslos, bronceados por el verano, y el ambiente se hizo más pesado a su alrededor, hasta el punto que, para gozar más a sus anchas, todos se quitaron las camisas que ocultaban su nalgas. Gerard estaba a sus pies, con el vientre contra el suelo. Le contemplaron durante un instante y luego el primero de ellos posó la boca sobre su nuca…

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