Deseé que llegara el pelo
a sus mejillas, desde que hizo alarde
de seguridad y orgullo.
Dios entonces le otorgó una buena barba
y así añadió
a mi anhelo un anhelo distinto.
Por cada pelo que llegaba a su mejilla
lanzaba yo un nuevo suspiro
inspirado en la nostalgia que brotaba en mi corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario