11.5.10

DULCE DESPERTAR


Fragmento extraído de la novela
El padre de Frankenstein
de Christopher Bram


Clay tiene la cabeza como si le hubieran dado un mazazo. La cama está empapada de sudor. Al quitar la sábana descubre que está en pelota: se ha despertado con una erección nada agradable. No le gusta despertarse desnudo, ni le gusta desnudarse si no es con una finalidad concreta – lavarse o follar- pero hace tres días se le terminaron los calzoncillos limpios y no hay por qué ensuciar lo que no se necesita. La tela a rayas del colchón parece estampada con los perfiles de su cuerpo. Boone se sienta y coge el arrugado paquete de Luckys que ha dejado en la pila que hay frente a la cama, con la esperanza de que la nicotina lo despierte. Enciende un cigarrillo algo torcido y se queda sentado en la cama, fumando, un hombre rubio como un buey a medio desollar, la piel de la cara y los brazos bien bronceados, pero el pecho es rubio ladrillo, las piernas y la cintura blancos como manteca de cerdo. Junto a una cadera asoma la sonrisa serrada de una cicatriz. Apendicitis. La polla, todavía empalmada, sobresale como un puente que no lleva a ninguna parte. Cuando está de mal humor como esta mañana, se siente una mierda por tener la edad que tiene y seguir sin una familia por no tener casa ni tener futuro. Clayton Boone tiene veintiséis años.

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