Un poema de Pedro GandíaFlotando en el oscuro piélago de la cama
la manos en la nuca
un cristo apenas núbil en luz negra o azul.
Lo desnudas despacio, ahora eres su perro
le ensalivas la frente donde riela el cosmos
el rosa del durazno de sus ardientes pómulos
los racimos de uva que laten en sus labios
la tierna caracola de sus finas orejas.
Descender por las flores de cerezo del pecho
al vientre palpitante de sensitiva seda.
Internas en tu boca su jacinto insaciable
el placer de enjoyar tu versos con sus esperma.
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